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Desde hace dos meses y debido a la pandemia no hay clases presenciales en los colegios. Los alumnos están recluidos en sus casas y a través de las nuevas tecnologías reciben de sus profesores clases online.

Estos días en distintos foros se está hablando del éxito de la medida. Que si ha sido un logro, que si ha sido un acierto que tal vez estamos en la enseñanza del futuro etc, etc, etc...

Habría que preguntarse desde que ámbito sociológico se habla de este nuevo enfoque de la enseñanza. Me da la impresión que se está olvidando que hay colegios e institutos ubicados en barriadas populares cuyo perfil de padre se adecua a los siguientes parámetros: baja cualificación profesional, salarios muy bajos y unos niveles educativos y culturales muy primarios. En esos hogares, tal vez, se podrán tener móviles, ordenadores pero, probablemente no se sepa manejarlos con la habilidad adecuada.

Este argumento puede servir para algunos de los más de los 250 niños que han abandonado el curso online en Cádiz capital. Cuando no se parte de estas realidades es normal no darle la importancia adecuada a lo que significa la presencia física de la «Seño», la maestra o el profesor in situ, delante de sus alumnos, pues precisamente esa presencia posibilita que los chicos y chicas tengan contacto con la formación, con la cultura, con la lectura… pues en sus entornos familiares, por tantas circunstancias adversas de la vida, se carece.

Me decía una maestra de un colegio situado en un barrio muy humilde de Cádiz, concretamente en la calle Trille: “El alumnado con los que trabajamos proceden de familias muy vulnerables, si esos niños no nos tienen como referentes los perdemos”.

No digamos cuando esta triste realidad se da en hogares donde existe un analfabetismo real. En la ciudad de Cádiz cerca de quince mil (15.000) personas no saben leer ni escribir. Este es el panorama no solo en Cádiz sino en muchos pueblos de Andalucía. Esta es la realidad, un pueblo con estas carencias y limitaciones es fácilmente manipulable por el primer charlatán de feria que llegue.

Me viene a la memoria aquel poema del pastor luterano alemán Martin Niemoller “Loa al estudio” habitualmente atribuido a Bertolh Brecht  y que termina de esta manera: “No te dejes convencer. Compruébalo tu mismo. Lo que no sabes por ti , no lo sabes. Repasa la cuenta, tú tienes que pagarla. Apunta con tu dedo a cada cosa y pregunta: Y esto ¿De qué?”.

Marcelino Porquicho

 

 


 

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