En la Avenida de Portugal, frente al Hotel Barceló, siempre estaba él, con su dueña. Totó causaba a partes iguales tanto admiración por su nobleza, como pena por el estado en que se encontraba. Su dueña, una persona sin hogar que llegó a la capital gaditana desde Conil de la Frontera hace cinco años, le negó asistencia veterinaria por miedo a que a lo sacrificaran, pero finalmente ha sido la enfermedad que padecía el animal el que le ha causado un triste final.
Desde hacía tres años a Totó se le venía observando un gran bulto en el lomo que le desplazaba la columna vertebral y que había derivado en la aparición de una herida con sangre que su dueña tapaba como buenamente podía con una gasa.
El 3 de julio Totó descansó y se marchó "al cielo de los perritos". Fueron numerosas personas, tanto de protectoras de animales, como vecinos de la zona, los que intentaron a toda costa que el can recibiera asistencia veterinaria, pero la voluntad de su dueña era firme y férrea y no cedió en ningún momento.
Pocos días antes de su fallecimiento una denuncia ciudadana llegó a las redes sociales y se viralizó, pero la asistencia demandada no llegó a tiempo, para impotencia y tristeza de todas las personas que buscaron, por responsabilidad y conciencia, el bienestar del animal.
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