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La Escuela de Hostelería y Turismo Fernando Quiñones de la Diputación ha marcado un hito en su historia con la celebración del 50 aniversario. Este significativo evento ha sido enaltecido con la participación de Darío Parada, un distinguido exalumno cuya carrera profesional le ha llevado a trabajar en algunos de los restaurantes más reconocidos a nivel nacional, incluyendo aquellos galardonados con Estrellas Michelín. La institución, que sigue adelante con un calendario repleto de actividades conmemorativas, ha tenido el honor de recibir a Parada, quien ha compartido su experiencia y habilidades con el alumnado actual, en un gesto que simboliza tanto un ejemplo de éxito como un estímulo para quienes se forman en las artes culinarias y turísticas.

Darío Parada, que cursó el ciclo formativo de Grado Superior de Restauración entre 2006 y 2008, ya contaba con experiencia en cocinas de Inglaterra y Escocia antes de su formación en la Escuela Fernando Quiñones. Su trayectoria post-académica es notable, habiendo trabajado en destinos como Ibiza, Italia, y Cádiz, antes de unirse a prestigiosos fogones del País Vasco. Destaca su papel como segundo jefe de cocina en Akelarre, bajo la dirección de Pedro Subijana y con tres Estrellas Michelín, y posteriormente como jefe de cocina en El Mirador de Ulia de Rubén Trincado, galardonado con una Estrella Michelín. Actualmente, Parada se dedica a la investigación y desarrollo para el Grupo Bokado y a la organización de eventos gastronómicos de renombre, incluida su participación en Madrid Fusión 2024.

La contribución de Parada al 50 aniversario de la Escuela ha sido inestimable. El menú especial que diseñó y preparó junto al alumnado de segundo del Ciclo Formativo de Grado Superior de Dirección de Cocina, y que fue servido por estudiantes de primero de Servicios en Restauración, refleja la fusión entre la excelencia culinaria y la formación académica. Este menú incluyó delicatessen como brioche con creme fraiche y tartar de solomillo, rape con crema de ajos y crujiente de espirulina, magret de pato con puré de manzana, crema de calabaza y vainilla, y como broche final, shots de frambuesa y gelatina de gin-tonic con helado de limón y almíbar de enebro. Esta actividad no solo sirvió para practicar lo aprendido en las clases teóricas, sino que también permitió a los estudiantes adquirir experiencia real, subrayando el compromiso de la Escuela Fernando Quiñones con la excelencia educativa y profesional.

 


 

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