Ya son muchas las veces que al Carnaval de Cádiz se le ha faltado al respeto. Y no solo en el Gran Teatro Falla, ojalá solo hubieran quedado esos desagradables gestos entre las paredes del bendito templo carnavalero. Los ataques a un tan señalado evento, a una festividad que está grabada a fuego en la idiosincrasia de los gaditanos y gaditanas han sido muchos y desde diferentes posiciones a lo largo de los años. Desde el propio Ayuntamiento, desde asociaciones, desde el ya extinto Patronato, desde jurados, desde agrupaciones y sí, también desde algunos aficionados. Si empezamos a contar las veces que se ha pisoteado esta fiesta, la lista no cabría en Cádiz. De aquellos energúmenos, que para nada son carnavaleros y aparecen para ensuciar las calles de una ciudad trimilenaria es mejor que no hablemos. O sí, pero quizás en otro momento.
La noche del domingo 2 de febrero es una mancha negra, oscura, en la historia reciente del Carnaval de Cádiz. Del concurso, sobre todo. Lo que se vivió sobre las tablas del Falla fue un ataque premeditado con un objetivo malvado. Fue un asalto organizado al corazón y pulmón de algo tan serio como el Carnaval. Estaba planeado, coordinado, con una meta bien definida y una manera muy clara de ejecutarla. Las caras no engañan, la mirada no miente y los ojos siempre gritan la verdadera naturaleza de las intenciones. La agrupación, porque me es imposible llamarla “chirigota”, denominada “Abre los ojos” de Katy Balber es ya parte de un terrible episodio de la gran fiesta. Y lo sabían de antemano. Fueron a lo que fueron.
Sobre la idea negacionista de todo de esa supuesta obra (no sé cómo denominarlo) poco tengo que decir. Tan solo comentar que espero que tengan que seguir buscando resquicios enanos donde asomar la voz y expulsar sus mensajes peligrosos, absurdos y paranoicos. Se quejan de la poca presencia de voz en medios de comunicación para exponer sus mensajes y a mí lo que me extraña es que en sus cabezas entren esas ideas. La ejecución sobre las tablas del teatro de los ladrillos coloraos’ fue una deshonra, una falta de respeto, un insulto, y por eso toca valorar positivamente la reacción de todos los presentes en el teatro. El público fue contundente con su opinión y respuesta, que para eso paga su entrada y es parte del Carnaval, no lo olvidemos. La respuesta del mundo carnavalero ha sido épicamente ejemplar. Es para estar muy orgulloso de ello.
No hay que olvidar tampoco que el Carnaval de Cádiz no es un festival de música, no es un concierto en el que pagas la entrada y escuchas. No es así. Es una ceremonia donde agrupación y público van de la mano creando una atmósfera especial en el Gran Teatro Falla. Debe haber respeto mutuo. Debe haber complicidad. Si faltas al respeto, si muestras soberbia, si retas al graderío, no existirá ninguna armonía. Es una danza de sentimientos en el que intervienen muchos factores, muchos estilos del arte carnavalero, y por eso solo los grandes consiguen sellar su firma en el Carnaval. Y es que hasta los más grandes de la fiesta tuvieron que sufrir un mal trago alguna vez sobre el escenario, o entre bambalinas, de este mágico teatro. Nadie llegó a abrazar la gloria carnavalera sin pagar nada a cambio. Si hasta ellos lo pasaron mal, imaginad entonces cómo será el camino para quien se sube al escenario del Teatro con malas ideas.
Lo que pasó con “Abre los ojos” no puede volver a ocurrir. Es inadmisible. Y no, no hay que sacar la preselección del Falla ni prohibir que vuelvan a inscribirse, pero sí debe haber mecanismos legales dentro del reglamento del concurso para poder frenar un espectáculo bochornoso, para impedir que una agrupación siga sumando minutos sobre el escenario mientras falta al respeto y, por supuesto, para que tengan algún tipo de consecuencias económicas dichas faltas de respeto. Igual esta especie de agrupación extraña viene bien para que quienes organizan el concurso abran los ojos y trabajen en que desde el escenario no se profane el Gran Teatro Falla. Para que no se vuelva a profanar el Carnaval de Cádiz. Si el “telonazo” es la solución, que se mueva ficha desde ya para que sea una herramienta más en manos de la gente, en manos del jurado, en manos de la fiesta. La dignidad del Carnaval de Cádiz no se puede negociar.
La Tierra no es plana, pero la mente de quien tuvo la idea de hacer lo que han hecho sobre las tablas del Falla sí que lo es. Siento ser tan contundente. No sé yo si la avalancha de toneladas de ‘carguita’ gaditana van a sanar las heridas del ataque provocado en la noche del domingo. Lo que sí sé es que la mejor manera de solucionarlo es con más Carnaval. Las coplas carnavaleras sanan, está demostrado. Y, por suerte para todos, queda Carnaval de Cádiz para rato.
Javier Quiñones Miralles
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