Investigadores de la Universidad de Cádiz y del Instituto de Investigación e Innovación Biomédica de Cádiz (INIBICA), coordinados por el catedrático de Inmunología Francisco García Cózar, del departamento de Biomedicina, Biotecnología y Salud Pública de la UCA, han iniciado una investigación centrada en el diseño y desarrollo de un test rápido, que no solo permita detectar el COVID-19, sino que también identifique los anticuerpos que nuestras defensas producen para defendernos contra él e identificar moléculas terapéuticas que bloquean la unión del virus con su receptor.
Este proyecto se podrá llevar a cabo gracias a una financiación de 100.000 euros del Instituto de Salud Carlos III, concedida a la Fundación para la Gestión de la Investigación Biomédica de Cádiz, donde se integra el INIBICA.
Para entender la importancia de la detección temprana de anticuerpos bloqueantes contra el coronavirus, es importante tener en cuenta que “si un virus infecta una célula, es porque tiene una proteína en su superficie que actúa como llave para, a través de receptores de la célula (la cerradura), entrar en ella y multiplicarse dentro”. El SARS-Cov-2 o COVID-19 utiliza la misma cerradura que el SARS-Cov, un virus que provocó el Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SRAS, de las siglas en inglés: Severe Acute Respiratory Syndrome) en China en el año 2003, con la importante diferencia de que “el COVID-19 se une a su receptor con 20 veces más fuerza, razón que explica en parte su mayor nivel de contagio y la importancia de conocer que anticuerpos pueden separar esa unión”, como sostiene el catedrático García Cózar.
El test propuesto por este grupo de científicos pretende ser muy rápido, no obstante, y para que esta rapidez sea aún mayor, “estamos trabajando de forma paralela en un modelo que está basado en nanosensores y que pueda ser utilizado por cualquier persona desde casa”, como explica el también investigador de la UCA y miembro del equipo de científicos que trabaja en este proyecto, el doctor Daniel Ortega. Esta prueba seguirá el mismo principio que el primero, pero la diferencia radicará en el uso de un nanosensor que podrá acoplarse a cualquier smartphone para la lectura del resultado y el correspondiente envío de los datos a las autoridades sanitarias pertinentes. Esto permitirá, ante una futura epidemia, disminuir la presión sobre los servicios hospitalarios y tener una información a tiempo real del número de infectados reales. En este caso, el nanosensor es fruto de la colaboración con el grupo del investigador Daniel Ortega, incorporado recientemente a la Universidad de Cádiz y que desarrolla su labor en el departamento de Física de la Materia Condensada.
Objetivo: Bloquear la unión del virus con su receptor
Los anticuerpos detectados, y que pueden ayudar en la lucha contra el coronavirus, están presentes en los pacientes que han superado la enfermedad, pero también en las personas que ni siquiera han estado enfermas (asintomáticos) o han tenido una enfermedad muy leve. “Estas personas podrían tener los anticuerpos que mejor destruyan el virus o que mejor bloqueen el contacto con su receptor, por eso ni siquiera se han puesto enfermos”, como explica el investigador García Cózar.
Así, detectar anticuerpos es de utilidad, no solo para saber quién ha estado ya en contacto con el virus, quién está fuera de peligro, y para conocer el número real de infectados que está teniendo la epidemia, sino también para descubrir qué personas pueden tener buenos anticuerpos en su suero, “lo cual permitirá usar sueros donados por esas personas para tratar a enfermos muy graves e identificar también el ADN que codifica para ellos con el fin de fabricar esos anticuerpos en el laboratorio y convertirlos en fármacos”, en palabras del doctor García Cózar. Y es que, “no todos fabricamos anticuerpos igual de buenos para una determinada infección, por eso es interesante identificar aquellos individuos que han fabricado anticuerpos que se unen muy fuertemente al virus y, sobre todo, aquellos que bloquean la unión del virus con su receptor, porque bloquearían la llave del virus para abrir la cerradura de la célula”. Esa es, además, una de las ventajas del sistema de detección diseñado por este grupo de científicos.
Asimismo, este equipo de científicos, expertos en inmunología, explican que “cuando un virus entra en nuestro organismo, el sistema inmune a veces se pasa en su celo y produce daños colaterales. En el COVID-19, daños colaterales en el pulmón son responsables de gran parte del deterioro, por eso se están tratando algunos enfermos graves con anti-IL6, un fármaco que se usa en enfermedades reumáticas autoinmunes”. A partir de estos hechos y teniendo en cuenta que este grupo de investigadores lleva años trabajando en el desarrollo de receptores “quiméricos”, que en vez de destruir lo reconocido, disminuya esa destrucción, “vamos a trabajar también en adaptar los receptores contra el virus a una función dual, que permita cambiar de un modo de destrucción de células infectadas a un modo de inhibición, en los casos en que el sistema inmune resulte excesivo”.
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