El operativo de rescate y apoyo del Consorcio de Bomberos de la Provincia de Cádiz (CPBC) tras el paso de la DANA en la provincia de Valencia dejó una huella profunda. Moisés Delgado Guerrero, vecino de Medina Sidonia y jefe de la Unidad Canina del CPBC, recordó con detalle la llamada del 31 de octubre de 2024, a las 12:30 horas, cuando el jefe de operaciones del CPBC les activó para un despliegue urgente. "Era parte de un operativo que saldría esa misma noche para colaborar con los bomberos locales y ayudar a mitigar los daños de la DANA", relató en declaraciones a Portal de Cádiz.

El tiempo apremiaba. "En una emergencia, actuar 48 horas después ya es bastante tarde", explicó, subrayando que la distancia y los retos logísticos hicieron que el equipo llegara tres días después. "No fuimos los primeros en llegar, pero sí de los primeros, y aunque ya era tarde para localizar supervivientes, no lo era para ayudar a la población a reparar un poco el caos que allí se vivía".

A las 22:00 horas del mismo día, 24 personas y seis vehículos: dos de transporte de personal, otros dos todoterreno y por último dos camiones de rescate con una grúa incorporada. Moisés Delgado detalló cómo, además de los vehículos, llevaron material de achique y equipación para riadas, preparados para cualquier eventualidad y con junto a ellos iban dos perros de rescate, que formaban parte del contingente. El personal desplazado incluía tanto expertos en localización y rescate como un grupo comprometido de voluntarios, detalló el bombero.

El viaje fue arduo, marcado por constantes dificultades. "Tras toda la noche de viaje, con los camiones avanzando a 80 km/h, encontramos múltiples cortes de carretera antes de llegar al destino", recordó. Al llegar, el responsable del equipo se presentó en el Puesto de Mando Avanzado (PMA) de las autoridades, y comenzaron los trabajos iniciales. La escena era impactante: "Las calles estaban llenas de coches atrapados y había unos 40 centímetros de barro en las calles".

El recibimiento de la población local fue conmovedor. "Mientras nos movíamos lentamente por las calles, veíamos cómo la gente, en su mayoría voluntarios de municipios cercanos que venían a ayudar, leían la serigrafía en nuestros vehículos y exclamaban: '¡Mira, bomberos de Cádiz!'", recordó Moisés Delgado con emoción. "Nos aplaudían y daban las gracias por estar allí". Durante tres días, trabajaron sin descanso. "Estuvimos de sol a sol, retirando vehículos, revisando accesos, achicando garajes y enfrentándonos a lo que fuera surgiendo".

Las condiciones eran duras, sin fecha de regreso ni alojamiento garantizado, pero el equipo siguió adelante. "Desde Cádiz nos consiguieron un lugar para dormir mientras estábamos en plena faena", añadió. Y la ayuda no cesaba; pronto se organizó un segundo grupo para relevar al equipo inicial, asegurando que la colaboración continuara. "Cada tres días, un relevo nos reemplazaba, y así se mantuvo la ayuda activa en el terreno".

La gratitud de la gente fue constante y conmovedora. "La población siempre estaba agradecida por nuestra presencia, ofreciéndonos alimentos y agua que, en realidad, habíamos recogido para ellos", compartió, resaltando la solidaridad y la calidez humana que marcaron aquellos días.

Finalmente, tras completar su misión inicial y empapados de vuelta, Moisés Delgado y su equipo dejaron en Valencia a sus compañeros, conscientes de que aún quedaba mucho por hacer. "Harán falta muchas jornadas, quizás meses, para que todo lo que arrasó el agua empiece a volver a la normalidad", concluyó, sabiendo que su labor era solo una parte del esfuerzo colectivo para recuperar la región.

 


 

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