La verdad que a mi particularmente y creo que a una buena parte de los que, de una manera u otra, seguimos, bien por obligaciones profesionales o simplemente como discípulos, partidarios, simpatizantes, incondicionales o fanáticos, que también los hay e incluyo a Consejos de Hermandades y Cofradías, hermanos mayores, juntas de gobiernos, nazarenos o penitentes de hábitos, costaleros, acólitos, directores espirituales, bandas de música, entre otros, a la hora de hacer balance de la Semana Santa recién terminada, hablan de 7 días de lágrimas, tristeza, pena, amargura, aflicción, pesadumbre... desmesurado no?.

No ha sido, ni será la primera vez, que la Semana Santa ha sufrido, sufre y no lo duden, sufrirán, la suspensión, cambios, recortes recorridos de sus estaciones penitenciales, cobijos en catedrales o iglesias y cualquiera otra incidencia, bien por la lluvia, el viento, condiciones climatológicas, o si no, para lo más desmemoriado, recuerden dos años los pasos encerrados en sus templos, por la repercusión del Covid-19, que tantas vidas se llevaron por delante.

Por eso si hay que llorar o lamentarse. Por lo que no están y no lo pueden contar. Por sus familias, por sus amigos, por todos los que les quisimos y echamos de menos.

Por los que sufren el hambre, la guerra, los desastres naturales, cualquier tipo de violencia, los desheredados, enfermos, desahuciados, los pobres. Por ellos hay que rogar a nuestras benditas imágenes y no porque, Cristo o su Santísima Madre, no han querido pisar la calle esta Semana de Pasión y Muerte de Jesús.

Vale que es mucho el trabajo, la dedicación, el tiempo, la esperanza, la confianza, la certidumbre, el convencimiento, el amor, fervor, la emoción de volver a pensar que, dentro de 374 días, si así, ellos y ellas, nuestras imágenes benditas lo quieren, los o las veremos, desfilar de nuevo por nuestras calles.

¿O hay mayor milagro que el agua, bendita lluvia, caída del cielo desde el domingo de ramos, la que ha fructificado nuestros campos, la tierra, ríos, afluentes, arroyos?

Por este y otros motivos, es por lo que debemos de estar de acuerdo con que las Corporaciones decidieron suspender y no, al margen de si, por el sí, actuaron con responsabilidad, cordura, sensatez y seriedad.

Dice la historia, en tiempo de sequía, tierras desérticas, pantanos vacíos, ríos sin agua, eran frecuentes sacar en procesión en rogativas a la bienaventurada lluvia a Cristos, Vírgenes o Santos. ¿Hay algo más que decir?

Por eso hago mía las palabras de mi bien admirada cofrade, vecina y amiga, Mirian Gutiérrez de la Flor, con tan solo 22 años, no ha podido ser más concisa. Juzguen:
“Posiblemente esta Semana Santa haya sido la que más aprendizaje me ha traído; ya el tiempo me lo dirá… A mi parecer ha sido una Semana generosa, humilde, de mucha fe y de mucho amor… Amor del bueno, ese que se reconforta con el bien del vecino, ese que busca en la mano tendida la generosidad que nos falta, ese que alienta las esperanzas y las ilusiones de los más chicos, ese que deja de lado las envidias y los celos, ese que permite observar desde la humildad todo lo que sucede y reflexionar, y ese que acerca la Fe a todos los hogares.

Si no sirve para esto, ¿Qué sentido tendría la Semana Santa? La Semana Santa no sólo es ver pasos en la calle (y lo dice una cofrade que sueña con esto todos los días del año), escuchar los sones de cualquier banda, oler la primavera que explota en los frisos de los pasos, impregnarse del aroma de incienso, buscar los recovecos de la calle que marca el recorrido de una cofradía… La Semana Santa es mucho más que eso: es renovar la Fe, es aferrarse a la esperanza, es tener tu momento de oración cara a cara con el Señor, es poner la otra mejilla, es ser paciente, es tomar la decisión acertada, es dejar de lado las diferencias; es, en definitiva, ser mejores cristianos, lo que conlleva ser mejores personas.

Así te defino 2024: AMOR, FE y ESPERANZA. Gracias.

“Que las horas pasan, y cuentan,
pero no pesan
que las horas pasan, y cuentan,
pero te arrastran
a la Fe más absoluta
que las horas pasan, y cuentan,
y sólo porque tú mandas
he sido la pequeña,
que creció a tus plantas”

 


 

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