digital 980x280px 6c788 


trk 0913

Ayer sábado en Cádiz volvían a resonar las horquillas por el centro de Cádiz al compás de una procesión. No fue una de las habituales, de esas 'ortodoxas' bajo el paraguas de la Iglesia que quedan marcadas en el calendario eclesiástico con antelación. No, esta fue una procesión que generó debate, polémica y, finalmente, un eco que seguramente perdurará en los recuerdos de muchos gaditanos. Una procesión alimentada por las voces críticas del Obispado y el Consejo Local de Hermandades y Cofradías de Cádiz.

Y es que, a pesar de todas las voces contrarias, la procesión civil de la Virgen María Santísima de la Consolación, organizada por la desconocida Asociación Grupo de Fieles de María Santísima de la Consolación, vio una afluencia de público que superó, por mucho, a otras procesiones más tradicionales. Las calles gaditanas se llenaron de curiosos, devotos, escépticos y creyentes. De cofrades tradicionales... y hasta de miembros del Consejo de Hermandades que hacían como el que 'pasaba por allí'. Y prácticamente casi todos, de manera casi unánime, mostraron un respeto ejemplar hacia el acto. Hasta hubo aplausos y algún que otro grito de piropo dedicada a la escultura.

Esos aplausos, en gran parte, iban dirigidos a los jóvenes cargadores que, con la fuerza y el compromiso de la juventud, llevaban el paso. Fue evidente para todos los presentes que estos jóvenes estaban entregados por completo a la tarea, golpeando con fuerza y coraje sus horquillas en los adoquines del centro de Cádiz.

No obstante, como todo acto que nace desde la rebeldía y el deseo de renovación, esta procesión no estuvo exenta de momentos de aprendizaje. La incidencia en el Callejón de los Piratas, donde el paso no podía continuar debido a su ancho, mostró la falta de experiencia de los organizadores. Pecaron de novatos, sí, pero ¿acaso no es así cómo se aprende? Esos momentos de pausa y reflexión, mientras solucionaban el problema, mostraron la verdadera esencia de lo que estaban haciendo: no era un mero acto de rebeldía, sino un deseo genuino de honrar la tradición y aportar algo nuevo. "Seguimos hacia adelante", me comentaba el capataz mientras el paso estaba siendo desmontado en pleno corazón del barrio del Pópulo.

Esta procesión civil, pirata, ilegal o como quieran llamarla, es, sin duda una nueva generación de fervor popular que busca su espacio en las tradiciones, que quiere ser parte de ellas, pero a su manera. 

Una procesión que, antes que ser criticada, debería llevar a la reflexión sobre la evolución de las tradiciones, sobre el papel de la juventud en ellas y sobre la necesidad de abrir espacios donde todos puedan expresar su fe y su compromiso... sin tantas parafernalias. Una fe del pueblo y para el pueblo.

¿Está Cádiz preparada para este tipo de celebraciones civiles en torno a una devoción? ¿por qué no?. La ilusión palpable en la salida, el eco de esas horquillas al golpear el suelo y otros muchos momentos que se vivieron durante las cinco horas que estuvieron la calle quedarán ahí, en los corazones de todos aquellos, con complejos o sin ellos, que fueron testigos de un momento histórico.

 

Jesús Manuel López Capell

 


 

Envíanos tus vídeos, fotos, denuncias y noticias por WhatsApp (645 33 11 00)


 

banner 300x300px f686e

Portal de Cádiz Social