Publicada originariamente en 1950 en la editorial Luis de Caralt, Monte de Sancha es una de las primeras novelas en la que la Guerra Civil aparecía desprendida de referencias imperiales y de un lenguaje mesiánico y providencialista elaborado para ensalzar las virtudes o atrocidades de un bando y otro. Su autora, Mercedes Formica (Cádiz, 1913 – Málaga, 2002), tenía interés en resaltar el surgimiento inesperado del horror, el instante en el que la vida de un ser humano deja de importarle a otro. En este sentido, se preocupó por reflejar la invisible línea divisoria entre la calma y la tempestad, la paz y la guerra, la vida y la muerte, como se presagia constantemente en el argumento con la alusión al blues lento Stormy Weather («Tiempo borrascoso»), de moda en aquel tiempo.

Ambientada en la capital malagueña, este enclave juega un papel determinante en la evolución de la trama por su propia distribución geográfica, pues había posibilitado el desarrollo de dos zonas antagónicas: el paraíso apacible de la colonia extranjera y española que residía en el elegante barrio de la Caleta, una parte de él es el Monte de Sancha, y la pobreza y el sufrimiento de los obreros que habitaban los barrios más humildes, como el Perchel o Trinidad. De un lado, Margarita Bradley, personaje simbólico que encarna a toda su clase social, y, de otro, Miguel, un artista proletario, quieren vivir su juventud y disfrutar de su particular historia de amor, sin ser conscientes de la espiral infernal que se les avecina. 

  La novela llegó a las votaciones finales del Premio Nadal de 1949 y quedó finalista de la primera edición del Premio Ciudad de Barcelona convocado en el año citado. Por su parte, Pío Baroja conservó siempre un ejemplar en su espléndida biblioteca de Itzea. Es sabido que el escritor de la generación del 98 era muy celoso con lo que albergaba en sus estanterías y solo cobijaba aquellos libros que eran de su interés.

Como reflejó en el primer tomo de sus memorias Visto y vivido (1931-1937), Formica dejó testimonio de sus vivencias. El hecho de haber presenciado el inicio de una guerra, su transcurso y llegar a sobrevivirla, ver morir a familiares, amistades, gente cercana, sentir miedo y padecer la angustia más profunda, son motivos suficientes para querer compartir estas experiencias. Existe una mirada especial hacia las circunstancias padecidas por su generación, conocida como la del 36, aquella que, en palabras de Guillermo Díaz-Plaja, otro de los integrantes, quedó «destruida» porque, desde entonces, surgieron dos bandos: los vencedores y los vencidos; o en las de Ricardo Gullón, también compañero generacional, que la calificaba de «perdida» y «fracasada», «machacada» y «sacrificada». Para este grupo, el asunto bélico no es una preocupación intelectual, sino que tiene un sentido de dolor, de persecución y muerte. Estamos, por tanto, ante una obra que merece ser atendida por la crítica y leída por el amplio público, para conocer más sobre este episodio trascendental de la historia de España, vivido en primera persona por la autora y cuyas consecuencias aún siguen presentes en muchos aspectos de la sociedad.

Monte de Sancha tuvo una reedición en 1999, en la editorial malagueña El Aguacero, dirigida por José Luis Ruiz Olivares. Formica retocó el texto, aligeró párrafos y modificó expresiones, si bien el contenido político que posee la obra a través de sus protagonistas, circunscritos en un contexto bélico, cada uno desde su óptica, no lo varió. La editorial sevillana Renacimiento, en su colección «Espuela de Plata», publicó en 2015 una versión facsímil del texto original de 1950. En relación con esta edición de 2015, el historiador y catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Deusto, Fernando García de Cortázar, escribió en ABC un artículo titulado «Mercedes Formica, palabra de mujer», en el que definía la obra «como una de las mejores novelas sobre la Guerra Civil, Monte de Sancha. Magnífica, sobre todo, porque carece de épica impostada y de fanfarronadas confundidas con el heroísmo. Ejemplar por el paso quedo de sus personajes, una pareja de enamorados que atravesó con su pasión tranquila el trastorno de unos meses de espanto en la Málaga del verano de 1936». 

Al haberse agotado, se decidió publicar esta segunda edición con el texto de 1999, aunque con notas al pie que comunican cambios que fueron suprimidos tras la revisión de Formica y que resultan significativos dejar constancia de ellos. El volumen se enriquece con dos estudios introductorios, uno sobre la autora y otro de la obra de Miguel Soler Gallo, y puede accederse, a través de un código QR, a un apéndice con documentación complementaria, preparado también por este especialista en la autora. Además, abre la edición un prólogo de la filóloga Elvira Roca Barea, autora del célebre ensayo Imperiofobia y leyenda negra, entre otros títulos notables, quien conoció a Formica y realizó uno de los primeros estudios de Monte de Sancha.

La vida y la producción artística y de tipo jurídico de la escritora y abogada Mercedes Formica, impulsora de la primera reforma del Código Civil en 1958 para incluir derechos a las mujeres, desde la promulgación de este cuerpo legal en 1889, y que afectó a otros textos jurídicos, como la Ley de Enjuiciamiento Civil, el Código de Comercio y el Código Penal, se están recuperando a fin de concederles un lugar destacado dentro del panorama cultural y social de la segunda mitad del siglo XX en España. La editorial Renacimiento ya ha publicado ediciones de varias obras, siempre al cuidado de Miguel Soler:  A instancia de parte y dos obras más (la novela corta Bodoque y el cuento «La mano de la niña») (2018); La ciudad perdida y El secreto (2022), y los tres tomos de memorias publicados en un solo volumen Pequeña historia de ayer (2020). Su obra permite conocer aspectos relacionados con la Guerra Civil, la situación social y jurídica de las mujeres y de la infancia o, en general, el compromiso con los desvalidos, con quienes las esferas de poder habían situado en los márgenes de la sociedad. En definitiva, temas que constatan el íntimo contacto que mantuvo con su realidad. Próximamente, Soler publicará la biografía de la gaditana y nuevas ediciones de obras que llegaron a publicarse y otras que han permanecido inéditas

«La reina literaria de la nostalgia», como la definió Francisco Umbral, o «la campeona de los derechos de la mujer en España», en palabras de la periodista republicana Josefina Carabias, necesita este rescate y estudios que ayuden a comprender la importancia de su pensamiento, su arte y sus contribuciones para construir una sociedad equitativa y justa, a favor siempre de los derechos humanos. La escritora Rosa Regàs indicó que «las obras de Mercedes Formica fueron bien tratadas por la crítica y lo siguen siendo entre la poca gente que las conoce. Además, fue ella quien logró que desde el régimen dictatorial del general Franco se transformaran leyes machistas que convertían a la mujer en una esclava de las costumbres, la sociedad, la religión y el omnímodo poder de sus maridos o padres. Sin embargo, la historia la ha juzgado más por cuestiones ideológicas que por su talento». 

Cabe resaltar que, el 5 de octubre de 2015, el anterior equipo de gobierno del Ayuntamiento de Cádiz, retiró el busto que homenajeaba a Formica de la Plaza del Palillero «por fascista, fiel a la obra de Franco y defensora del ideal de mujer del Régimen». Nada más lejos del pensamiento de Mercedes Formica. Este busto simbolizó el colofón a los actos del centenario de su nacimiento, después de que Soler Gallo hallase la fecha correcta, el 9 de agosto de 1913, y preparase como documentalista una exposición, «Un grito en el silencio: Mercedes Formica (1913-2002)», que pudo contemplarse en la Sala Cigarreras del Centro Integral de la Mujer, donde tiene lugar la Fundación Municipal de la Mujer, entidad organizadora, desde el 25 de noviembre de 2013 hasta la develación del busto el 2 de diciembre de 2014. Desde entonces, la labor del filólogo gaditano, doctor por la Universidad de Salamanca y profesor de su Departamento de Lengua Española, no ha cesado y continúa en la lucha por reivindicar la figura de la gaditana, excelente escritora y una de las primeras feministas de la España contemporánea, con tal arrojo y valentía que llegó a cambiar 66 artículos del Código Civil a favor de la igualdad en pleno franquismo, incluidos algunos que la II República mantuvo y que menoscababan la dignidad de las mujeres españolas. Formica actuó sola y amenazada por el poder. Sus logros, escasamente reconocidos por la sociedad, fueron la base de posteriores reformas.

 


 

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