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La prescripción enfermera se perfila como una herramienta clave para mejorar la atención sanitaria, especialmente en la atención primaria y el manejo de enfermedades crónicas. En  la Asociación Andaluza de Enfermería Familiar y Comunitaria (ASANEC), se defiende esta práctica como un paso que "mejora la accesibilidad y la calidad de la atención sanitaria a los individuos y a las familias". Esta medida responde a las nuevas necesidades de la población y busca optimizar los recursos disponibles.

Uno de los principales beneficios de la prescripción enfermera es la reducción en el tiempo de espera para recibir tratamientos, lo que facilita un acceso más rápido a la medicación necesaria. Como se señala en el manifiesto, "la posibilidad de que las enfermeras de familia y comunitaria prescriban medicamentos reduce el tiempo de espera para recibir tratamientos" y ayuda a "optimizar los recursos sanitarios". Esto también mejora la continuidad de la atención que reciben los pacientes, contribuyendo así a una mayor calidad de vida para la población.

Países como Reino Unido, Canadá y Australia ya han implementado la prescripción enfermera con resultados positivos, reduciendo hospitalizaciones y mejorando la satisfacción de los pacientes. En España, la regulación reciente permite a las enfermeras prescribir bajo ciertas condiciones, lo que responde tanto a las necesidades del sistema de salud como a las de los pacientes.

Frente a las críticas de los sindicatos médicos, que señalan posibles riesgos para la seguridad del paciente, ASANEC enfatiza que la prescripción enfermera es una práctica colaborativa: "la colaboración entre enfermeras y médicos está en el centro de esta práctica", asegurando diagnósticos y tratamientos coordinados bajo guías y protocolos establecidos. Esto evita conflictos de competencias y garantiza que la atención multidisciplinar a los pacientes crónicos complejos se realice de manera segura y efectiva.

La clave del éxito de esta práctica reside en la formación continua. "Las enfermeras que prescriben deben actualizar sus conocimientos de manera regular en farmacología, gestión de medicamentos y atención centrada en el paciente", lo que asegura una toma de decisiones segura y eficaz. Además, los estudios realizados en otros países han mostrado que la prescripción enfermera, cuando se realiza dentro de un marco regulatorio adecuado, ofrece resultados comparables a los obtenidos por los médicos.

La prescripción enfermera también ha demostrado generar altos niveles de confianza y satisfacción entre los pacientes, quienes experimentan una atención más cercana y personalizada. Según ASANEC, "la relación enfermera-paciente es de confianza y cercanía, lo que facilita una mejor comprensión de los tratamientos".

A pesar de ciertos mitos extendidos, "la evidencia de países como el Reino Unido, Canadá y Australia demuestra que la prescripción enfermera no reemplaza el rol del médico, sino que lo complementa", trabajando dentro de sus competencias y colaborando estrechamente con el equipo médico.

Finalmente, diversos estudios científicos, como los de Abuzour et al. (2017) y Weeks et al. (2016), avalan la seguridad y efectividad de la prescripción enfermera, mostrando que "la seguridad del paciente está garantizada mediante la colaboración entre ambos profesionales".

 


 

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