Ayer, 13 de mayo, fue un día de especial significado para la Parroquia de Santa Cruz de Cádiz y para los devotos de la Virgen de Fátima en todo el mundo. En esa misma fecha en 1917, la Madre de Nuestro Señor se apareció a tres jóvenes pastores, Lucía dos Santos, Jacinta y Francisco Marto, en Cova da Iria, a las afueras del pueblo de Fátima en Portugal.
Para conmemorar este importante suceso para la Iglesia, la Parroquia de Santa Cruz preparó una decoración especial, obra del esforzado y delicado trabajo de Antonio, uno de los miembros de la comunidad parroquial.
En el marco de la conmemoración, la Parroquia compartió una curiosidad que vincula la devoción a la Virgen de Fátima con uno de los momentos más dramáticos de la historia reciente de la Iglesia. En la corona de la Virgen de Fátima, en el Santuario de Cova da Iria en Portugal, se encuentra incrustada una bala. Esta no es una bala cualquiera, sino la que hirió a San Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981 en un intento de asesinato en la Plaza de San Pedro del Vaticano, perpetrado por el terrorista turco Alí Agca.
El Papa Juan Pablo II siempre atribuyó su milagrosa recuperación a la intervención de la Virgen de Fátima, y en agradecimiento, decidió que la bala que se extrajo de su cuerpo se colocase en la corona de la Virgen en el santuario portugués.
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